ARTÍCULOS

Ángeles y fe

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Par Nicole Faucher

ARTÍCULOS

14 febrero 2024

Foto por Elyse Chia / Unsplash

Ángeles… criaturas misteriosas de bondad infinita, siempre presentes en el momento oportuno; nos consuelan, nos tranquilizan, nunca juzgan y lo perdonan todo.

De niños, solíamos invocar al ángel “del apoyo” en los momentos angustiosos de nuestros estudios escolares. Y el ángel “del consuelo” aparecía cuando nuestras penas parecían infranqueables.

Con el paso de los años, llegamos a reconocer ángeles en nuestros seres queridos difuntos: ¿no se convierten en nuestros “ángeles de la guarda”? ¿Cuántas veces les hemos pedido su ayuda para juzgar una situación delicada o para tomar una decisión con conocimiento de causa? ¿Cuántas veces hemos implorado su intervención con la esperanza de obtener la curación de un ser querido?

Nos damos cuenta de la presencia de estos “mensajeros benevolentes” tanto en los momentos difíciles como en los días felices de nuestra vida. Sólo tenemos que invocarlos.

Ni que decir tiene que también hay ángeles en la profesión médica y entre los profesores. ¿No ofrecemos, sin dudarlo, nuestra confianza y gratitud a los médicos, enfermeras y profesores que pasan por nuestras vidas?

 

Ángeles sin alas

 

Desde tiempos inmemoriales, los ángeles trabajan muy cerca de nosotros; los conocemos, los reconocemos. Estos ángeles sin alas, como me gusta llamarlos, y cuyo trabajo tanto nos impresiona, actúan en silencio, discretamente, humildemente, pero con gran efectividad.

Antes se llamaban Angela, María de los Ángeles, Ángel Amado. Ahora son Jeanne, Agnès, Mathilde, pero también Simon y André, quienes ofrecen apoyo y compasión a nuestros seres queridos y a quienes nos rodean, a los ancianos en soledad, así como a los desfavorecidos y excluidos. Y la lista continúa.

 

Dominique

 

Dominique, una amiga reservada pero muy eficaz, relata su experiencia con emoción y sensibilidad. Originaria de Abitibi, donde sus padres se instalaron en los años 30, aprendió rápidamente el significado de la abnegación, ya que la muerte prematura de su madre obligó a su padre y a su numerosa prole a unir sus fuerzas para hacer frente a esta difícil prueba. Así es como Dominique se ha consagrado siempre: primero a su propia familia, como hija mayor, y después a diversos departamentos de instituciones especializadas en atención psiquiátrica. Especialmente cercana a las personas con discapacidades físicas e intelectuales, compró una casa donde, durante muchos años, pudo proporcionar cuidados y mucho amor y consuelo a muchos ancianos y enfermos.

Ahora es voluntaria y trabaja con ancianos que necesitan ayuda o cuidados especiales. Dominique afirma que siempre ha sentido la necesidad de querer, rodear y ayudar a los ancianos y a los necesitados.

 

Mireille

 

En cuanto a Mireille, su implicación activa con una familia de un país de África Occidental ha propiciado la existencia de ciudadanos felices y agradecidos. Paralelamente a sus estudios de doctorado y a sus obligaciones profesionales, acogió y apadrinó a un estudiante africano valiente y honesto, proporcionándole los medios para proseguir sus estudios de doctorado y convertirse en una persona independiente y responsable. Ahora, la familia reunida prosigue su viaje en un espíritu de gratitud y apoyo mutuo.

 

Raphaël

 

Raphaël era profesor de educación física cuando sintió la necesidad de ayudar a los demás. Trabajando en un entorno modesto, este individuo sensible se percató rápidamente de la presencia de muchos indigentes en los alrededores de la estación de metro que utilizaba para ir a casa.

Sintiendo la necesidad de intervenir y queriendo comunicarse con ellos, los tranquilizó y reconfortó. Para Raphaël, la escucha activa y la ayuda a estos excluidos sociales formaban parte de su vida. ¿Cuántas veces llevó a casa a uno de estos marginados y le ofreció una buena comida y cobijo para pasar la noche?

Aunque murió repentinamente, muchos de sus protegidos aún recuerdan a su benefactor.

 

Una presencia celestial

 

Pensándolo bien, nuestra fascinación por los ángeles sigue siendo muy real, y se refleja en las numerosas expresiones que se les atribuyen: ser un ángel, tener la paciencia de un ángel, reír como un ángel, ser un ángel dulce, ser el ángel de alguien…

Los ángeles simbolizan la bondad, la comprensión, la paz, la compasión y la dulzura. Aportan consuelo y bienestar. Al utilizar ángeles para representar la bondad del mundo, expresamos nuestra fe. Nuestra fe en los seres humanos. También nuestra esperanza.

Dejémonos guiar por su presencia tranquila y tranquilizadora y unámonos a la procesión de estos seres espirituales.

Porque, en pocas palabras, este texto nos recuerda la importancia de la implicación y del amor sin prejuicios, de la bondad y del deseo de justicia.

 

ACERCA DE NICOLE FAUCHER

Nicole tiene formación en comunicación por la UQÀM, que ha puesto al servicio del mundo empresarial. Entre otras funciones, fue jefa de producción del periódico Les Affaires, responsable de la organización de visitas industriales y coeditora de La Coulée, el periódico interno de los 5 mil empleados de la empresa siderúrgica estatal Sidbec-Dosco. También ocupó el cargo de coeditora y directora general de la revista de negocios MBA. Su pasión por las artes es notable. Como pintora, ha expuesto numerosas obras en Quebec y en el extranjero.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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